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Comercio, papel de envolver y etiquetas

 

Nada más lejos de la realidad que querer convencerte que es lo mejor para ti , si sabes lo que quieres y que es lo mejor para tu empresa debes saber : la importancia de los detalles son los que marcan las diferencias.

Toda empresa que compite en un mercado cada vez más global sabe que la especialización es el modo de conseguir el éxito. Si vendes zapatos y en tu zona hay 20 zapaterías más, debes encontrar aquello que marque la diferencia de tu negocio frente al resto. ¿Qué mejor modo de marcar las diferencia que apostar por algo que los demás no ofrezcan?. Esto no significará que debas meter más dinero, que te vaya a resultar más y más caro el hecho de ser diferente. Atención si te costará un esfuerzo o tal vez no porqué quizás tú ya seas diferente o lo tengas en mente.

No hace falta empezar de cero para ser diferente en tu sector, a veces, basta con pegar un giro de timón, tener la voluntad de serlo y aplicarlo . Te hará falta un plan estratégico, acometer unos pasos para llegar a ser diferente a los demás. Una vez tengas claro que esa diferenciación es lo que busca tu mercado o una parte importante de él o con la suficiente capacidad para generarte las ventas o el movimiento inicial para acometer la revolución de tu comercio, entonces hazlo y ponlo en marcha.

No te precipites, ante todo, estudia bien todos los pasos , lo que debes hacer y como debes hacerlo. Si empiezas el movimiento, ten la paciencia suficiente para completar todos los pasos, invierte en comunicar el cambio. Si nadie sabe qué has cambiado, la diferenciación no se habrá culminado. No sirve el dicho del comercio antiguo “ El buen paño en arcón cerrado se vende”.

Hace tiempo que la publicidad, las buenas prácticas comerciales y la comunicación viral se han convertido en la base de crear un buen cambio estratégico.

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¿Qué hay de las pequeñas cosas que nos ayudan a cambiar?

Existía en mi barrio una tienda de ropa, de toda la vida, no se modernizó pero tampoco le hizo falta. Lo primero que lo diferencio era su ropa elegante con un toque British, siempre vestía de traje a la tienda y con un pañuelo blanco que sobresalía, era como su marca de distinción. Otra de las cosas que me impactó es que por muy pequeña o grande que fuera la compra el trato era exquisito, el modo en que empaquetaba y envolvía con papel, cintas y etiquetas, las ventas eran exquisitas.

El papel siempre fue el mismo, una seda azulada con su marca comercial en azul marino, con letras que parecían sacadas de una vieja imprenta de tipos, no eran perfectas las impresiones pero eso le dotaba de humanidad a su marca, de artesanía. Era una ceremonia que a mí desde pequeño me encantó poder observar.

Con una tremenda delicadeza cogía el pantalón o la camisa y la doblaba en gestos ordenados y manos elegantes que acariciaban cada prenda como si fuera la despedida de un ser querido. Acto seguido realizaba una pequeña danza de gestos en la que el papel semitransparente y azulado quedaba abrazado a la camisa y colocaba un pequeño celo imperceptible.

Después extendía sus brazos para anunciar que todo ese trozo de cinta de raso rodearía el paquete e iba a ser cortado. Todo él transmitía elegancia y daba paz en cada acción, el tiempo se paraba en este sagrado ritual que acababa de convertir la camisa que acababas de comprar en un objeto de culto sagrado e imprescindible en tu vestidor. Le ataba un lazo diminuto y añadía una pequeña etiqueta también azulada sobre un fondo blanco satinado para sujetarla al papel de seda.

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Acto seguido sacaba de bajo del mostrador una bolsa de papel impresa con un texto mínimo, apenas se veía su marca pero las asas eran de la misma cinta que adornaba el paquete así que todo se reconocía y formaba pareja, el papel era también de color blanco. Lo abría con tacto y muy tranquilo, ninguna expresión de su cuerpo indicaba que estaba nervioso o inseguro. Su destreza era máxima, el estudiado proceso de danza era perfecto. Todo él lo distinguía, su apostura, su rito, su empaquetado… Esto lo hacía diferente, la gente de esa ciudad sabía que allí era el lugar adecuado para vestirse bien, cuando esto dejo de ser lo más importante sabían que era lugar para vestirse bien en las ceremonias y compromisos.

Sí, su búsqueda fue la de tener éxito en su negocio y profesión. Él lo hizo, nadie discutió ni sus competidores en ropa de vestir de caballero que era diferente, que tenía buen gusto y que sus consejos eran acertados. Nunca pretendió ser el que más vendía o tener el local más grande. El quería ser un profesional reconocido en su campo, una persona elegante y tener un modo de vida que le permitiera desarrollarse. Lo hizo todo siendo diferente e innovador en su mercado.

Su público se hizo mayor y desapareció con su público a medida que agotaban su vida. ¿Le hizo falta el cambio? No le hizo falta y cuando cerró lo hizo por jubilación, por supuesto que vendía menos que 10 años antes pero vendía lo suficiente para vivir. El secreto de su objetivo era ese, no necesitaba cambiar. Su ritual nunca cambió.

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